viernes, 12 de diciembre de 2014

Cuento Zen: La naturaleza de las cosas

Cuento Zen: La naturaleza de las cosas
 
                                                        
“Amigo, ¿Por qué continuas salvando al escorpión cuando sabes que su naturaleza es picar?”
“Porque salvarlo es mi naturaleza”
 
 
 

 
 
 Laoshi Mirta Carri Miembro de la Chinese Health Qi Gong Association 
Maestra de Reiki USUI 
Posgrado en Medicina Integrativa
4797-0238 / 156-095-3650

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lunes, 8 de diciembre de 2014

18 reglas de vida del Dalai Lama.

Reglas simple que nos permitirán conducirnos con mucha mayor felicidad y tranquilidad por nuestros días de existencia.

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  • Ten en cuenta que los grandes amores y las grandes realizaciones conllevan grandes riesgos.
  • Cuando pierdas, no pierdas la lección.
    Sigue las tres R:
    Respeto por uno mismo
    Respeto por los demás
    Responsabilidad por todas tus acciones.
  • Recuerda que no conseguir lo que quieres es a veces un maravilloso golpe de suerte.
  • Aprende las reglas, así sabrás como romperlas apropiadamente.
  • No permitas que una pequeña disputa dañe una gran amistad.
  • Cuando te des cuenta de que has cometido un error, toma medidas inmediatas para corregirlo.
  • Pasa algún tiempo solo todos los días.
  • Abre tus brazos al cambio, pero no abandones tus valores.
  • Recuerda que el silencio es a veces la mejor respuesta.
  • Vive una vida buena y honorable. Después, cuando seas mayor y mires atrás, serás capaz de disfrutarla por segunda vez.
  • Una atmósfera amorosa en tu casa es el cimiento para tu vida.
  • Ante desacuerdos con tus seres queridos, preocúpate únicamente por la situación actual. No traigas de vuelta el pasado.
  • Comparte tu conocimiento. Es una forma de alcanzar la inmortalidad.
  • Sea amable con la tierra.
  • Una vez al año, visita algún lugar donde nunca hayas estado antes.
  • Recuerda que la mejor relación es aquella en la que el amor por cada uno excede la necesidad por el otro.
  • Juzga tu éxito por lo tuviste que renunciar para obtenerlo.

 Laoshi Mirta Carri

Miembro de la Chinese Health Qi Gong Association 
Maestra de Reiki USUI 
Posgrado en Medicina Integrativa

4797-0238 / 156-095-3650

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Cuento Tibetano: LOS DOS ANILLOS

Cuento Tibetano: LOS DOS ANILLOS

 
Un hombre de negocios murió dejando una considerable fortuna, que sus hijos se repartieron por igual. Al cabo de un tiempo se encontró una bolsita que había sido celosamente guardada por el difunto. Cuando la abrieron encontraron dos anillos. Uno de ellos tenía engarzado un valioso diamante y el otro era un simple aro de plata.

El hermano mayor, al ver los anillos, dedujo que con toda seguridad pertenecían a sus ancestros y por eso el padre las había guardado con tanto interés.

"Al ser el primogénito -dijo, lleno de avaricia- me corresponde el anillo del diamante"

"De acuerdo. -dijo el hermano menor- Que seas muy feliz con el anillo del diamante, que yo lo seré con el de plata."

Cada hermano se colocó en el dedo el anillo correspondiente y cada uno de ellos emprendio su vida por separado. Pero unos días después, el hermano menor, preguntándose el por qué su padre guardaba tan celosamente un anillo sin aparente valor, comenzó a examinarla con detenimiento y, al hacerlo, pudo leer en su interior la siguiente inscripción:

Esto también pasará

"Bueno -se dijo- este debía de ser el "mantram" de mi padre."

Transcurrió el tiempo. La vida siguió su curso para ambos hermanos, con sus inevitables fluctuaciones. Vinieron los buenos y los malos momentos. Situaciones favorables y situaciones desfavorables. El placer y el dolor. Los cambios de la vida comenzaron a desequilibrar al hermano mayor, que se exaltaba fácilmente cuando las circunstancias eran favorables y se deprimía cuando eran adversas. Todo le causaba desequilibrio, de tal manera que tuvo que empezar a tomar somníferos, a visitar médicos, a someterse a variadas terapias y a soportar la intranquilidad de su mente.

El tiempo huye. Discurría como un río serpenteante la vida del hermano pequeño. También tenía momentos buenos y momentos malos. Alegrías y sufrimientos. Situaciones plácidas y situaciones dolorosas. Pero siempre tenía presente la inscripción del anillo de plata: "Esto también pasará". De ese modo mantenía una actitud ecuánime y equilibrada, el ánimo siempre firme y la mente tranquila.

No se apegaba a lo placentero y no tenía aversión a lo difícil. "Esto también pasará". No se exaltaba y no se deprimía. Estaba siempre en paz consigo mismo, pacífico y contento, fluyendo en armonía.

Como han dicho siempre los grandes maestros: "No te aferres al disfrute ni odies el dolor. Mantén la mente firme ante el placer y ante el sufrimiento, el encuentro y la pérdida, el triunfo y la derrota, el halago y el insulto".

Esto también pasará.

Laoshi Mirta Carri

Miembro de la Chinese Health Qi Gong Association 
Maestra de Reiki USUI 
Posgrado en Medicina Integrativa
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domingo, 7 de diciembre de 2014

Cuento Zen: ¿Buena suerte o mala suerte?

¿Buena suerte o mala suerte?
 
 
Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:
-Tu caballo se escapó, ¿qué harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:
-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar. ¡Qué buena suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Más adelante el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tú eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.
El hombre, otra vez lo miró y dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:
-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!
Otra vez el hombre lo miró diciendo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
 
 
Laoshi Mirta Carri

Miembro de la Chinese Health Qi Gong Association 
Maestra de Reiki USUI 
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4797-0238 / 156-095-3650

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